Las cosas son como son y no como nos gustaría fuesen. No podemos controlar lo que ocurre, igual que no podemos ser responsables de lo que hagan los demás, y solo podemos ser responsables de nuestros propios actos y nuestras propias respuestas a los actos de los demás y a las circunstancias de la vida.
Por ello, es importante aceptar lo que la vida nos traiga y dejar de reaccionar para aprender a responder, a dar nuestra propia respuesta auténtica y sincera, no solo la reacción automática que nos sale. Reconocer y asumir esta responsabilidad es primordial para poder tener mayor control y libertad sobre nuestras propias vidas. De esta forma podemos ser más y mejor nosotros mismos y cultivar, progresivamente, más autenticidad.
¿Qué podemos hacer?
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Cultivar la observación
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Tomar distancia de nuestros pensamientos, para dejar de creernos todo lo que pensamos.
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Cultivar la aceptación
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Trabajar el mindfulness y la respiración como herramientas para ganar en control, libertad y autenticidad.
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2. Mindfulnes
Tu concepto o percepción de la realidad no es la realidad. Cuando quedas atrapado en tus percepciones e ideas, pierdes la realidad (Tchit Nhat Hanh).
La mente está activa la mayor parte del tiempo y le encanta vagar por el pasado, o adelantarse al futuro. A este estado de pensamiento, se le llama estado de rumiación y es probablemente la causa y no solamente la consecuencia de la infelicidad. El estado de atención es lo que surge de estar presentes, con propósito, de forma abierta y amable en el momento presente y sin juzgar. Al cultivar el mindfulness, adoptamos una posición neutral como si fuésemos un observador externo.
// Atención
Solo la atención nos libera de la tiranía de la mente pensante -de la cavilación y la rumiación- y nos introduce en el reino de la libertad interior. La atención es un arte que puede cultivarse, hasta llegar a ser diestros en ella, a través de dos caminos: en la medida en que aprendemos a estar presentes en el momento y en la medida en que tomamos distancia de nuestra mente y podemos observarla.
“La atención es la única moneda que tengo para comprar mi libertad interior” - George Gurdjieff
// A. Mindfulness
Tu concepto o percepción de la realidad no es la realidad. Cuando quedas atrapado en tus percepciones e ideas, pierdes la realidad - Tchit Nhat Hanh
La mente está activa la mayor parte del tiempo y le encanta vagar por el pasado, o adelantarse al futuro. A este estado en el que vagan los pensamientos, se le llama estado de rumiación y es probablemente la causa y no solamente la consecuencia de la infelicidad. El estado de atención es lo que surge de estar presentes, con propósito, de forma abierta y amable en el momento presente y sin juzgar. Al cultivar el mindfulness, adoptamos una posición neutral sobre lo que ocurre, como si fuésemos un observador externo.
El mindfulness nos brinda múltiples beneficios, incluyendo el cambio de las estructuras del cerebro que nos permiten lidiar mejor con el estrés y la ansiedad, desarrollar actitudes más optimistas y ser más resilientes, no querer lo que no tenemos, ser amables y prosociales al tiempo que nos permite una respuesta emocional más positiva.
¿Cómo podemos trabajar el “Mindfulness”?
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Empezar a practicar con poco tiempo para habituarnos de forma amable.
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Ser regular en la práctica y comprometer un tiempo de la forma más frecuente posible.
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Poner el foco y el acento sobre la práctica que estamos desarrollando, no sobre lo que podríamos hacer y no estamos haciendo.
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Si la meditación sentada te resulta difícil busca una alternativa como caminar, comer, etc.
// B.Observar la mente
“La mente es el mejor de los siervos, pero el más tirano de los dueños” - Joan Borysenko.
La mente no observada se erige en protagonista y dueña de nuestra persona, hasta el punto de que terminamos funcionando, en nuestra vida cotidiana, como marionetas, a merced de los movimientos mentales y emocionales. No es posible sentirnos interiormente libres y en paz hasta que no desarrollemos nuestra capacidad de “tomar distancia” de la mente y observarla.
¿Cómo hacer para observar la mente?
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Reconoce en ti la existencia de “dos lugares”: está el lugar del pensador” y está también el lugar del “observador”. En mí hay una mente (o un yo) que piensa, pero hay también “Algo” que observa el pensamiento, Algo que se da cuenta o es consciente de que estoy pensando (en psicología transpersonal se conoce como el Testigo).
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Entrénate en percibir esa diferencia y, tanto en prácticas formales, como a lo largo del día, en cualquier circunstancia, adiéstrate en tomar distancia de la mente y observarla. Notarás que, al observarla, el pensamiento se detiene (no hay rumiación, etiquetación ni juicio); solo hay atención ecuánime y libertad interior.