Las cosas son como son y no como nos gustaría fuesen. No podemos controlar lo que ocurre, igual que no podemos ser responsables de lo que hagan los demás, y solo podemos ser responsables de nuestros propios actos y nuestras propias respuestas a los actos de los demás y a las circunstancias de la vida.
Por ello, es importante aceptar lo que la vida nos traiga y dejar de reaccionar para aprender a responder, a dar nuestra propia respuesta auténtica y sincera, no solo la reacción automática que nos sale. Reconocer y asumir esta responsabilidad es primordial para poder tener mayor control y libertad sobre nuestras propias vidas. De esta forma podemos ser más y mejor nosotros mismos y cultivar, progresivamente, más autenticidad.
¿Qué podemos hacer?
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Cultivar la observación
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Tomar distancia de nuestros pensamientos, para dejar de creernos todo lo que pensamos.
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Cultivar la aceptación
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Trabajar el mindfulness y la respiración como herramientas para ganar en control, libertad y autenticidad.
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2. Mindfulnes
Tu concepto o percepción de la realidad no es la realidad. Cuando quedas atrapado en tus percepciones e ideas, pierdes la realidad (Tchit Nhat Hanh).
La mente está activa la mayor parte del tiempo y le encanta vagar por el pasado, o adelantarse al futuro. A este estado de pensamiento, se le llama estado de rumiación y es probablemente la causa y no solamente la consecuencia de la infelicidad. El estado de atención es lo que surge de estar presentes, con propósito, de forma abierta y amable en el momento presente y sin juzgar. Al cultivar el mindfulness, adoptamos una posición neutral como si fuésemos un observador externo.
// Dirección , valores, significado y sentido
Si no sabes a dónde vas, nunca sabrás si has llegado.
El establecimiento de objetivos nos da dirección, sentido de control, confianza y disfrute. Es importante prestar atención durante todas las fases que nos llevan a la consecución de nuestros objetivos: elección, planificación, implementación y celebración. Si desarrollamos el optimismo y la esperanza podemos encontrar nuevos caminos que nos acerquen a nuestros objetivos y en los que podamos perseverar.
No todos los objetivos conducen a la felicidad. A la hora de elegir nuestros objetivos debemos optar por aquellos que reflejen nuestros intereses y valores. También contribuyen positivamente a nuestra felicidad los “Objetivos con suma distinta de 0”, que conllevan el bienestar de otros y promueven nuestra propia satisfacción con la vida. Los objetivos con “la suma cero” como el compromiso con la carrera profesional y las adquisiciones materiales, parecen perjudicar la satisfacción con la vida.
Los objetivos intrínsecos, como relaciones profundas y duraderas, están asociados con mayor felicidad. Por el contrario, objetivos extrínsecos, como alcanzar fama están menos asociados a la felicidad. Así mismo, los objetivos que incrementan los sentimientos de autonomía, competencia o los nexos con las personas cercanas, conllevan mayor felicidad.
Para que la dirección de nuestra vida se oriente de manera adecuada requiere que se halle dotada de sentido. Es decir, necesitamos comprender cuál es el sentido de la vida y vivir desde él. Pues bien, el sentido de la vida no es “algo” añadido a la existencia, que debiéramos buscar o alcanzar “fuera”. El sentido de la vida es ser lo que somos y vivir en conexión con ello. Esto requiere del trabajo de autoconocimiento y de comprensión al que nos hemos referido en la Sala específica.
Solo el conocimiento de lo que somos llena nuestra vida de sentido, plenitud y gozo, a la vez que nos libera de todo sufrimiento mental. Tal como expresara Sócrates:Solo existe un único vicio: la ignorancia; y solo existe una única virtud: la sabiduría [o comprensión profunda".
¿Cómo podemos trabajar "la dirección y los objetivos"?
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Usar nuestras fortalezas para identificar y elegir nuestros objetivos y evitar que el tiempo desgaste nuestros buenos propósitos y entusiasmos iniciales.
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La forma en que elaboramos nuestros objetivos puede tener un efecto importante sobre las probabilidades de ponerlos en práctica, persistir y lograr lo que nos propusimos. A la hora de formularlos, debemos:
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Ser específicos.
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Conocer la motivación subyacente que perseguimos.
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La forma de aproximarnos. Es más enérgico y eficaz formularlos “en positivo”, enfocándonos hacia lo que deseamos obtener en vez de hacerlo de forma evitativa, es decir, enfocarnos en aquello de lo que queremos alejarnos.
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Construirlo en clave de metas de crecimiento, es decir, quiero crecer vs. “ser el mejor”.